Hace más de un siglo, un saltamontes encontró su camino hacia la inmortalidad dentro del arte.
El insecto fue descubierto incrustado en la pintura “Olive Trees” de Vincent van Gogh elaborada en 1889, por un funcionario del Museo de Arte Nelson-Atkins en Kansas City, Missouri.
Como parte de un proyecto de investigación para examinar 104 pinturas, Mary Schafer, la conservadora de pinturas del museo, notó después de hacer una magnificación de la obra que había un insecto en el primer plano inferior del paisaje de “Los Olivos” que no era visible a simple vista.
No es inusual encontrar insectos o material vegetal en una pintura que se completó al aire libre, al menos eso es lo que mencionó Schafer en un comunicado. Pero en este caso, la curiosidad llegó a los investigadores pues quizá con éste hallazgo, el pequeño insecto se podría utilizar para identificar la temporada particular en la que se pintó este trabajo tan bello.
El museo se acercó al Dr. Michael S. Engel, profesor de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Kansas, quien determinó que el saltamontes estaba muerto antes de que aterrizara en el lienzo de Van Gogh porque no había movimiento en la pintura circundante. No se pudo determinar nada más sobre la época del año en que se trabajó la pintura.
Van Gogh murió en 1890, un año después de haber completado “Olivos”. En 1885, Van Gogh describió su frustración con el trabajo de paisajes exteriores en una carta a su hermano, Theo: “Solo voy y me siento afuera, pintando en el lugar en sí mismo. Luego suceden todo tipo de cosas como las siguientes: debo haber recogido un buen centenar de moscas y más de los cuatro lienzos que obtendrás, sin mencionar el polvo y la arena”. Un pequeño accidente de la naturaleza que pasó a la posteridad.