El Talmud es el libro de la enseñanza y en sus páginas escribe: «Nunca saludes a un extraño por la noche porque podría ser un demonio». En esta frase se reduce a la perfección la visión que el mundo antiguo tenía sobre la noche. Y tanto en el mundo antigua como en el actual, asociamos la noche con cosas que se pueden realizar a las sombras de la oscuridad. Durante siglos, en muchas ciudades europeas estaba prohibido trabajar de noche. Poco a poco fuimos ocupando la noche para cuestiones laborales.
Algunos trabajos presentan características especiales restrictivas, horarios inadecuados y otras limitaciones. La mayoría de las condiciones laborales pueden modificarse y pueden adaptarse por consiguiente a las necesidades y exigencias de los trabajadores en general, la nocturnidad laboral, permanente o no permanente, es una condición laboral inevitable para millones de trabajadores en todo el mundo. Mientras que la nocturnidad permanente representa una doble alteración (trabajar de noche y dormir de día), la nocturnidad parcial añade, además, como condición laboral extra y diferencial, la rotación de los horarios.
La etimología de la palabra “trabajar” proviene del latín tripaliare y significa “torturar”. Sin embargo, para entender en toda su extensión este significado, hemos de recordar que durante la vigencia histórica del Imperio Romano se institucionalizó de tal manera el uso de la esclavitud, que tener que trabajar era algo realmente indignante para los ciudadanos romanos. Aunque podría ser un interesante ejercicio dialéctico aclarar si todavía sigue significando lo mismo o no en la época actual, al menos la concepción social del mismo ha evolucionado ampliamente, involucrando en la actualidad a todos los sectores implicados en los modernos sistemas productivos.
Existen toda una serie de problemas relacionados con el trabajo nocturno, y que terminan afectando a todos los núcleos de la vida del trabajador, sean fisiológicos y/o psicológicos, familiares y/o sociales durante la realización de dicho trabajo, con el riesgo de poderlos alterar definitivamente con el paso del tiempo, incidiendo en la salud física y en la calidad de vida del trabajador.
Las consecuencias sobre la salud no suelen ser inmediatas, pero pueden convertirse más tarde en crónicas, pudiendo incrementar por tanto sus efectos nocivos.
El mundo ha cambiado. las ciudades ya no duermen, la economía no para, pero vemos que efectivamente el Talmud tenía razón: la noche esconde «demonios» que en un mundo abierto 24 horas al día adquieren forma de serios problemas de calidad de vida y la salud.
Ritmos biológicos.
En el año 1647, el científico italiano Sanctorius logró comprobar que su peso fluctuaba acorde con la turbidez de su orina. Sin embargo, fue a principio de los años 70 cuando la búsqueda física de los relojes biológicos aportó resultados novedosos. Existen toda una serie de ritmos biológicos que se diferencian por su periodicidad, existiendo de esta manera, por ejemplo, ritmos de un segundo de duración (periodicidad de alta frecuencia o infradianos), de 24 horas (mediana frecuencia o circadianos), y de un mes hasta un año (periodicidad de baja frecuencia o ultradianos). Estos ritmos están controlados por un reloj biológico localizado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo. Dicha ritmicidad existe a todos los niveles orgánicos de un organismo vivo (por ejemplo, células, tejidos, órganos, sistemas de órganos e individuo en su conjunto), siendo todos ellos autónomos.
Mucho más allá del cáncer.
Parece que el trabajo nocturno interfiere con nuestros ritmos circadianos y, por extensión, con la síntesis de la melatonina. Precisamente, una de las hipótesis más aceptadas indica que los bajos niveles de melatonina están relacionados con el aumento del riesgo de cáncer. Sin embrago, el problema no queda ahí.
Las consecuencias del trabajo de noche en nuestros cuerpos se han relacionado con problemas inmunológicos, metabólicos, cardiacos, psicológicos y cognitivos. El turno de noche está íntimamente relacionado un aumento de la enfermedad del corazón, de la diabetes y de la obesidad. También puede ejercer presión sobre las relaciones personales y conducir al aislamiento social.
El cerebro es el primero en detectar los problemas. Dormir de día y trabajar de noche nos hace estar más cansados e irritables, eleva nuestros niveles de estrés y nos hace asumir más riesgos y equivocarnos más. Y para eso, no hace falta esperar años, un solo día de sueño desordenado produce efectos importantes en nuestras capacidades cognitivas. La noche no parece ser nuestra aliada.
Administración de melatonina.
Distintos estudios indican que la administración de melatonina evita las alteraciones propias de un “jet-lag”, (El jet lag es un trastorno temporal del sueño. Ocurre cuando el reloj interno del cuerpo no está sincronizado con un nuevo huso horario. Se puede producir una desorientación con respecto a la exposición a la luz y los horarios de las comidas.) y que se puede aplicar con un éxito notable en el tratamiento de la disincronía circadiana en trabajadores nocturnos e incluso en invidentes. Asimismo, también consigue incrementar hasta en unos 20 minutos diarios la duración del sueño, lo que equivale a recuperar hasta dos horas de sueño en una semana.
Otros problemas médicos relacionados.
Existe una mayor presencia de artritis reumatoide en trabajadores nocturnos. Por otra parte, hay estudios en los que no se han encontrado diferencias significativas en el número de problemas cardíacos entre los trabajadores nocturnos y los diurnos, pero otros estudios sí asocian de manera directa los problemas cardiovasculares con el trabajo nocturno. En este contexto, los turnos nocturnos y rotativos podrían suponer efectos desfavorables para los trabajadores con hipertensión, debido a las oscilaciones de los patrones de máximas y mínimas circadianas de presión sanguínea.
Y mientras tanto, el trabajo nocturno sigue creciendo.
El trabajo nocturno y la falta de sueño que suele provocar, tiene el riesgo de aumentar el porcentaje de muerte en un 13%. Las nuevas necesidades de la sociedad postindustrial han disparado este tipo de empleos.
La gran mayoría de los trabajadores nocturnos ignoran que dicho horario puede ocasionarles problemas de salud a largo plazo.
Tan serio y grande es el problema que los gobiernos han empezado a buscar leyes que legislen este tipo de situaciones para buscar una respuesta a esto. No es sencilla, pero esta la necesidad de encontrar una solución porque nos estamos jugando la vida.
Fuente: Xatakan