¿Recuerdas aquel famoso caso donde un empleado de nombre Steffan Needham que trabajó en una empresa llamada Voova dedicada al e-commerce que fue despedido y borro 23 servidores AWS? pues bien aquí te traigo un nuevo caso pero este caso es inverso, donde un empleado programó fallos periódicos en su software para así no perder su trabajo.
David A. Tinley fue un empleado de 62 años que trabajó para Siemens en Pensilvania, Estados Unidos, que analizando el incremento de proyectos de automatización, un día decidió pensar en la manera de tener trabajo para siempre y buscó la manera de ser indispensable y no perder su fuente de ingresos ante la posible llegada de un nuevo software que hiciera su trabajo.
Desde el año 2000, Tinley se hiso cargo de programar un software basado en hojas de cálculo, donde Siemens se encargaba de gestionar los pedidos de equipos eléctricos. El detalle es que dentro de estas hojas de cálculo había código que se encargaba de mostrar un fallo cada cierto tiempo. Fallos que él, y sólo él, sabía solucionar porque era su software.
Sólo él sabía la solución

Así estuvo funcionando desde que se decidió hacerlo. Hasta que todo se vino abajo en mayo de 2016, cuando el software volvió a fallar y los directivos de Siemens llamaron a Tinley, quien en esos momentos no se encontraba en Pensilvania, por lo que la compañía insistió en que Tinley les diera la contraseña porque tenían un pedido urgente.
Tinley al final cedió y terminó dándoles su contraseña y Siemens encontró ‘bombas lógicas’ en los scripts de las hojas de cálculo. Ante esto, Siemens puso a varias personas a analizar el software, entre programadores y abogados, para descubrir que había en el software de Tinley. Una tarea que, según Siemens, le costó 42.000 dólares más otros 5.000 de «daños».
Con todas las pruebas realizadas, Siemens presentó una demanda en contra de Tinley, a quien acusó de fraude, de arreglar problemas inexistentes en su software y cobrar por ello, y de añadir código a las complejas hojas de cálculo que «no tenía ningún valor funcional, aparte de colapsar el programa de forma aleatoria».
Siemens demostró todo lo que pagó a Tinley durante esos años, mientras que Tinley sólo acudía a reiniciar un reloj y facturar por su tiempo, hasta la siguiente vez que le volvieran a llamar ante el siguiente fallo.
Una vez que todo esto llego a los juzgados, Tinley inicialmente negó todo, y se defendió diciendo que no había puesto ‘bombas lógicas’ en el código para incitar a Siemens a contratarlo de nuevo para arreglar el problema, sino para proteger su código propietario. «Mis motivos eran honorables». Incluso se atrevió a decir que el fallo se debía a las actualizaciones que enviaba Microsoft para Excel.
Después de varias audiencias, Tinley admitió el hecho y se declaró culpable de daño intencional a un ordenador protegido de Siemens. Tinley se enfrentaba a una pena de hasta 10 años de prisión y una multa de 250.000 dólares. Finalmente se dictó su sentencia, y Tinley tuvo que pasar seis meses de prisión y pagar una multa de 7.500 dólares.