El Meridiani Planum es una llanura ecuatorial marciana situada al oeste del Sinus Meridiani. En 2004, el Opportunity aterrizó en el lugar para estudiar una cosa que había intrigado a los científicos desde hacía muchos años: la hematita. En la Tierra, este óxido de hierro aparece casi en exclusiva asociado al agua líquida. Y, claro, la pregunta era evidente ¿qué hacían unas (cantidades desproporcionadas de) hematitas en un sitio (tan extremadamente seco) como Marte?, por lo tanto, surge la interrogante, ¿Donde estara el agua que genero esas grandes cantidades de hematita?
Sin embargo, la mayoría de personas no conocemos el Meridiani Planum por eso, sino por algo mucho más prosaico: es una de las enormes planicies que Mark Watney (Matt Damon) tenía que atravesar en la película ‘El Marciano’. El único problema es que, evidentemente, las imágenes de la película no fueron tomadas en Marte, sino en Uadi Rum (Jordania) donde Lawrence de Arabia fijó uno de sus campamentos base. Afortunadamente, tenemos más formas de ver los poderosísimos paisajes del ecuador marciano.
Marte y mucho más en 8k
Seán Doran es ya un viejo conocido de todos los que tenemos pasión por el espacio. Investigador de la NASA y la ESA,, en su canal de youtube tiene verdaderas joyas multimedia en las que utiliza (y exprime) imágenes abiertas de distintos proyectos espaciales. En el caso que nos ocupa, son imágenes de la HiRISE, la cámara del Mars Reconnaissance Orbiter de la NASA y cubren un kilómetro de la superficie marciana aproximadamente.
Pero hay mucho más: el sol, tormentas de arena o los incendios de Australia son algunos de sus últimos vídeos, pero como decía tiene auténticas maravillas. Nunca está de más dedicar un rato a sorprendernos con la belleza de la Tierra, el Sistema Solar y la profundidad del Espacio.
El itinerario de ‘El Marciano’
Por si te ha quedado la duda de cuál fue exactamente el itinerario que Mark Watney «siguió» en el libro y la película, te dejo la infografía superior. Es muy útil para entender topográficamente los desafíos del viaje y, sobre todo, para recrearnos en la exactitud científica con la que Andy Weir nos deleitó en este (casi) clásico de la ciencia ficción dura.