Hay científicos que piensan que llegará un día en que la Tierra disponga de energía limpia, segura e inagotable. En esa lista entra el proceso de fusión nuclear que nutre las estrellas y que hasta hace poco tiempo parecía improbable para la humanidad, por lo menos en el futuro cercano, debido a dificultades para acelerar y confinar el plasma.
Existen dos proyectos que están trabajando en la creación del reactor de fusión nuclear para reemplazar la energía nuclear y de combustibles fósiles. Uno de ellos es el ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor, en español Reactor Termonuclear Experimental Internacional), que un consorcio internacional, del que hace parte la Unión Europea, está construyendo.
El otro proyecto muy prometedor está en manos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la empresa Commonwealth Fusion Systems (CFS). El primero aporta sus recursos en el ámbito de la investigación y la innovación, y la segunda se está encargando de la construcción de SPARC, que es como llaman a su prototipo de reactor de fusión nuclear mediante confinamiento magnético.

La Commonwealth Fusion Systems (CFS) anunció que ha cerrado más de $1.8 mil millones en fondos para comercializar energía de fusión. Esto incluye capital para construir, poner en marcha y operar SPARC, la primera máquina de fusión de energía neta comercialmente relevante del mundo.
Estos fondos permitirán comenzar a trabajar en SPARC, la primera planta de energía de fusión comercial, que incluye el desarrollo de tecnologías de apoyo, el avance del diseño, la identificación del sitio y el montaje de socios y clientes para el futuro de la energía de fusión.
El hecho de que el MIT esté involucrado de forma directa en el diseño de este reactor transmite confianza debido a que objetivamente es uno de los centros de investigación más reputados del planeta. También merece la pena que no pasemos por alto que CFS fue fundada por varios profesores e investigadores del MIT, y, sobre todo, que se apoya en el músculo financiero de Bill Gates y Jeff Bezos, que son dos de sus principales inversores.
“El mundo está listo para hacer grandes inversiones en fusión comercial como parte clave de la transición energética global. Este diverso grupo de inversionistas incluye un espectro de capital que va desde compañías de energía y tecnología hasta capitalistas de riesgo, fondos de cobertura y dotaciones universitarias que creen en la fusión como una solución a gran escala para descarbonizar el planeta”, dijo el director ejecutivo de CFS, Bob Mumgaard.
“La energía de fusión económica brindaría enormes beneficios al mundo, permitiéndonos evitar un cambio climático peligroso y permitiendo que todos tengan un alto nivel de vida. CFS está trabajando para lograr la fusión a esta escala y tienen la tecnología que nos abre el camino hacia la comercialización en la próxima década”, añadió Carmichael Roberts de Breakthrough Energy Ventures, una de las compañías inversionistas.

Si en CFS logran superar los desafíos de la teoría a la práctica y masificar las plantas de energía de fusión nuclear para ser comerciales –su plan para inicios de la próxima década-, estaríamos ante uno de los avances más innovadores de los últimos tiempos.
En octubre de 2020 los investigadores del MIT y CFS publicaron siete artículos revisados por pares en la revista Journal of Plasma Physics en los que explican las claves de su tecnología. Y ya en ese momento Greenwald defendió que estos artículos les permiten confiar en que la estrategia que han desarrollado es lo suficientemente fiable para llevar la construcción del reactor de fusión nuclear SPARC a buen puerto.
Sería necesario construir cientos de centrales de fusión nuclear diseminadas por todo el planeta debido a que poner a punto solo unas pocas tendría un impacto mínimo en nuestro modelo energético. Pero, eso sí, los mayores desafíos ya habrían quedado atrás y podríamos mirar hacia el futuro con un optimismo que, desafortunadamente, aún no está a nuestro alcance.