En la fachada de la Academia fundada por Platón, en Atenas, había cincelada una advertencia, un mensaje breve pero de tono tan tajante que todavía hoy —más de veintitrés siglos después— sigue chocando por su contundencia: “Aquí no entra nadie que no sepa geometría”.
En 2020 por los templos del saber numérico ya no se pasean sabios de vaporosas túnicas a la caza de musas ni sus dinteles están coronados por frases lapidarias como la de Platón, pero en esencia la máxima del ateniense se mantiene con más fuerza que nunca. Hace ya años que en las aulas de las facultades de Matemáticas no se sienta nadie que no haya demostrado antes con creces su habilidad con los números. Incluso a los alumnos más aventajados les cuesta sudor y lágrimas entrar.
El motivo en sencillo: matricularse en la carrera de Matemáticas resulta complicado. Mucho. Pocos grados se encuentran de hecho en el sistema universitario español tan codiciados y a los que resulte más difícil acceder. Salvo contadas excepciones.
No siempre fue así. Hace apenas unos años la carrera registraba un nivel de demanda discreto y notas de corte muy inferiores a las que necesita ahora cualquier aspirante a matemático. En la facultad de Murcia, por ejemplo, la puntuación mínima del curso 2014/2015 fue de 6,24 y en la de La Rioja de 6,45. Hoy (2019/2020) la primera maneja una calificación de 11,07 y la segunda de 12,27.
Detrás de ese repunte desorbitado hay un alza en la demanda del grado tan pronunciada como sostenida y que —valoran los expertos— no parece que vaya a frenarse a corto plazo.
La clave: el big data e interés de las empresas
¿Cómo se explica semejante “boom”? Parte de la respuesta, explica Emilio Carrizosa, director del IMUS (Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla) y catedrático de la facultad hispalense, se encuentra en el mercado. A medida que el Internet of Things (IoT) y sobre todo el big data se vuelven cruciales, los negocios necesitan profesionales capaces de sacar el máximo rendimiento a grandes bases de información. Y es ahí donde ganan enteros los matemáticos.
“Las empresas han visto que para hacer negocio con esos datos ya no llega únicamente el perfil de un ingeniero de telecomunicaciones o un informático. Se requiere extraer un conocimiento, un valor añadido, y eso exige a su vez destreza computacional, capacidad de modelización y de análisis estadístico de datos”. Cuando las tecnológicas, bancos, aseguradoras, energéticas… se pusieron a buscar profesionales con las habilidades necesarias encontraron la respuesta en las facultades de Matemáticas.
“Para la parte puramente TIC, de ingeniería de datos, las empresas sí tenían gente capacitada y formada, pero para la otra no. Ahora hay varias universidades que ofrecen posgrados en ciencias de los datos, pero como tal en el mercado no hay apenas profesionales. Y lo más cercano, el que está menos cojo porque necesita menos para tener completa su formación, es el graduado en matemáticas”, abunda el director del IMUS: “La clave es la importancia del big data en las empresas”.
Se calcula que cada minuto en Internet se generan 4,1 millones de búsquedas en Google, escriben 347.000 tuits, comparten 3,3 millones de actualizaciones en Facebook, suben 38.000 imágenes a Instagram y más de 100 horas de vídeo a YouTube, se escuchan 32.000 horas de música en streaming, envían 34,7 millones de mensajes, visualizan 10 millones de anuncios… Un inmenso maremágnum de contenidos que supone que, en conjunto, cada 60 segundos se transfieren más de 1.570 terabytes de información. “Para sacar partido de toda esa información se necesitan muchos conocimientos de matemáticas. Se dice que los datos son el petróleo del siglo XXI, y no es broma”, apunta Pascual Lucas, decano de la facultad de la Universidad de Murcia.
El aumento de interés de las empresas se ha dejado sentir de forma clara en las facultades, donde ya no es extraño que encontrar compañías a la caza de talento. “A nuestros chavales en el grado se los rifan. Hay estudiantes que aún no han terminado y ya tienen una oferta de trabajo apalabrada para cuando dispongan del título de graduado. Los únicos exalumnos que no están en empleo activo es porque están preparando oposiciones”, revela Carrizosa antes de recalcar que los titulados acceden además a puestos cualificados y con calidad laboral.
“Hace unos años los estudiantes de Matemáticas estaban interesados mayoritariamente en la docencia e investigación, de modo que la salida mayoritaria era como profesor. Pero desde hace 10 o 15 años se ha ido produciendo un cambio en las salidas. La docencia se convirtió en minoritaria, aumentando las salidas en banca, consultoras, empresas tecnológicas… Y en los últimos tres o cuatro se ha producido una verdadera explosión. Los matemáticos se han convertido en objeto del deseo de las empresas y eso ha propiciado que los estudiantes de Matemáticas, conscientes de ese valor, hayan empezado a orientar su futuro hacia otros campos”.
Sentirse atraído por los cálculos no tiene por qué ir acompañado de una vocación docente. Y eso, hasta hace solo unos años, antes de que el abanico profesional se desplegara, llevaba a algunos estudiantes a descartar la carrera de Matemáticas y optar por ingenierías u otras titulaciones científicas con un enfoque mucho más empresarial. Los niveles de paro en Matemáticas eran ya entonces mínimos
Hoy esos reparos se han evaporado. “Un matemático sirve para muchas cosas”, reivindica Alfonso Márquez, presidente de la Asociación Nacional de Estudiantes de Matemáticas (Anem): “Antes se creía que un matemático servía solo para dar clase o investigar en la universidad, pero en realidad tiene un abanico de posibilidades muy amplio. Ahora eso lo sabe mejor la sociedad y ha ido acompañado de un mayor interés en la disciplina y que cada vez se conozcan mejor las salidas profesionales”. Quizás el mejor reflejo de esa transformación es que hay ya padres que animan a sus hijos a estudiar Matemáticas.
“Ahora la profesión se vincula más a trabajar para Inteligencia Artificial o ingeniería de datos que a la docencia«, lo cual también es un problema. Si cada vez más graduados en Matemáticas no quieren ser profesores, las Matemáticas cada vez se enseñarán peor. Y esto puede ser la pescadilla que se muerde la cola. Ahora se asocia la carrera de Matemáticas a trabajar en una empresa tecnológica, con más prestigio que el profesorado
“Ahora que las Matemáticas han empezado a ser de las carreras más demandas, peleadas, prestigiosas… Es cuando se ha empezado a notar el descenso en el porcentaje de mujeres que estudian Matemáticas. En el momento en que se ha asociado a trabajar en empresas tecnológicas o de ingeniería de datos las mujeres han empezado a no elegir este tipo de trabajos. Es muy triste y preocupante porque la IA y algoritmos van a controlar muchos bienes públicos y privados y si van a estar solo desarrollados por hombres —y hombres blancos, además— serán álgoritmos con su sesgo”
“El boom tiene mucho que ver con la divulgación, con que la gente está conociendo las Matemáticas a través de la prensa, Internet… Ve que funcionan, que son muy útiles y que los matemáticos pueden hacer cosas imprescindibles para la sociedad. Al matemático ya no se le ve como un bicho raro y la carrera está valorada”
“No creo que sea una moda pasajera, sino un proceso de integración del matemático en el mundo empresarial. Considero que es algo que se mantendrá y reforzará”
“Las matemáticas están en todas partes y seguirán estándolo”. “No es algo puntual. Se trata del comienzo de una revolución digital y eso va a repercutir en la sociedad en muchos aspectos. No creo que se trate de un «boom» puntual, sino una tendencia que se mantendrá en el futuro”, Xataka