Bien pues no podíamos dejar a un lado el tema, ya que todo mundo está hablando del gran protagonista, el coronavirus, pero no hablare sobre las cifras ni mucho menos, vayamos un poco más allá, hablemos de que si el Covid-19 es un ser vivo o no.
Preguntarse si está vivo un virus que ha infectado a más de un millón de personas en todo el mundo y matado a decenas de miles quizá suene un poco absurdo, pero los científicos a decir verdad, no se ponen de acuerdo. Algunos consideran que este ‘robot’ de ARN y proteínas no es un ser vivo, porque solo puede prosperar gracias a células como las nuestras, pero otros piensan que sí.
¿Qué es un ser vivo?
Llamamos ser vivo a un organismo que está formado por un conjunto de materia organizada en un sistema complejo. De manera clásica, decimos que los seres vivos se identifican porque pueden relacionarse con el medio, nutrirse y reproducirse.
Según esta definición, los virus no se podrían considerar seres vivos. Sin embargo, su organización y su forma de existir ponen al límite la definición. El debate sobre si los virus son o no seres vivos lleva decenas de años encendidos. A día de hoy, todavía hay quien no lo tiene del todo claro.
¿Qué es un virus?
Tenemos tendencia a no distinguir entre agentes infecciosos. De manera coloquial, es complicado diferenciar el origen biológico de una enfermedad. No es raro escuchar en una conversación o, incluso, en algún medio hablar de virus, de microbios y bacterias como si fueran sinónimos. Pero no lo son.
Los virus, en concreto, son una de las unidades funcionales más pequeñas que existen. Son moléculas extremadamente complejas capaces de realizar dos de las funciones atribuidas a los seres vivos: relacionarse y reproducirse. Pero no de manera autónoma, algo que también dificulta el debate. Los virus necesitan de la maquinaria celular para poder «copiarse».
Básicamente, los virus consisten en una molécula genética relativamente pequeña. Esta suele ir rodeada de una envoltura, formada por proteínas y azúcares, que le permite unirse a la membrana de las células e introducirse dentro. Una vez allí alcanzan el núcleo, donde reside el grueso de la maquinaria celular, y lo secuestran para su propio beneficio.
Con esta, comienzan a copiar su material genético, el cual permite crear más envolturas y reproducir, así, más virus. El resultado es que la célula muere reventada por la invasión y el secuestro de sus herramientas celulares. Los virus salen al exterior, entonces, y el ciclo vuelve a comenzar en otra célula.
Ni vivos ni muertos
Esto es importante. Como decíamos, a diferencia de las células, los virus no tienen un sistema organizado de elementos que determinan qué necesita la célula en cada momento y pone los medios para conseguirlo. En realidad, los virus solo vagan por el medio. Una vez que se ponen en contacto con la célula, su configuración molecular hace el resto. Es una operación ya programada de antemano.
Sin embargo, en cierto sentido, la vida de la célula también lo es. La célula no toma decisiones en el sentido propio que conocemos. Sencillamente, está programada para hacer lo que hace, pero de una manera mucho más compleja que los virus. ¿Es esta la diferencia esencial? Si la complejidad sirve de explicación, al compararla con los animales, las células tampoco deberían ser consideradas como un ente vivo.
Hablando específicamente del protagonista de esta pandemia, El SARS-CoV-2 son diminutos, solo tienen entre 60 y 140 nanómetros de diámetro. Están formados de una cadena de ARN donde van sus genes y una cubierta lipídica con las proteínas que les permiten adherirse y entrar en las células del cuerpo que invaden. Sin ellas no son nada, no podrían sobrevivir ni reproducirse.
¿Son entonces seres vivos?
Los virus como este, que está causando tanto daño y dolor a la humanidad, ¿realmente vive? Hace décadas que los científicos debaten este asunto, pero de momento no se han puesto de acuerdo.
«Los virus no envejecen ni mueren como individuos: si se inactivan es lo que llamaríamos un accidente, pero eso no es una característica inherente a la vida. Otros seres unicelulares que se dividen por gemación tampoco mueren, e incluso algunas especies marinas (como ciertas medusas) son inmortales y solo se les acorta la vida por sus predadores».