¿Cuánto contamina navegar por internet durante una hora, una reunión de trabajo en virtual por Zoom o ver la última serie de moda en Netflix? En plena neurosis por la amenaza del blackout, del colapso energético y nuestra demostrada dependencia a lo digital, se abre el debate sobre lo insostenible del estilo de vida actual, incluido el tipo de ocio imperante o los medios que empleamos para trabajar todos los días.
De acuerdo a los expertos digitales, las plataformas que transmiten contenidos streaming como Netflix o HBO; las de videoconferencias tipo Zoom o Meet o los propios buscadores, generan huella de carbono digital y contribuyen al cambio climático. ¿Lo más contaminante? Los vídeos en directo. Aconsejan apagar los dispositivos cuando no se usen y ‘racionalizar’ el acceso al contenido multimedia. Nos lo platica Ángela Casal en su artículo escrito para la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
La huella de carbono digital, esa gran desconocida
Netflix reconoce que ver una hora de sus contenidos supone una emisión de 55 gramos de CO2. Lo compara con hacer cuatro bolsas de palomitas en un microondas. Eso sí, se compromete a intentar reducir este daño al planeta. Es uno de los ejemplos de que las empresas tecnológicas están comenzando a preocuparse por la huella de carbono digital.
Aunque aún parezca una cuestión casi invisible para la ciudadanía, la huella de carbono digital crece cada vez que hacemos una videollamada, vemos una serie o descargamos cualquier documento.
Los datos de la contaminación digital
Los datos globales que aportan algunos estudios apuntan a un gran impacto ambiental: las 47.000 búsquedas de Google cada segundo generan 500 kilogramos de CO2. Por su parte, el consumo de YouTube de un año, genera diez millones de toneladas; tal y como apuntan desde la UOC, esta cantidad es la que puede generar la ciudad escocesa de Glasgow.
«No hay que buscar un único culpable; el volumen de datos que se maneja en la sociedad actual es inmenso», admiten los investigadores del centro Internet Interdisciplinary Institute de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Xavier Vilajosana y Borja Martínez. Primero fue el comercio digital y, ahora, el «boom de las plataformas de streaming», recalcan. Además, advierten de que este consumo de energía a través de la tecnología seguirá creciendo. «La digitalización irá abarcando todos los sectores de la sociedad, desde la educación hasta la administración pública», aseguran.
Enganchados a las pantallas (y contaminando sin parar…)
Los datos avalan que cada vez nos enganchamos más a las pantallas para trabajo y ocio. Pero, sin embargo, no somos conscientes de que también contaminamos, como cuando conducimos un coche o generamos basura. «Es necesario que la toma de conciencia que poco a poco hemos ido incorporando al lado más físico de nuestra huella ambiental se traslade también a un consumo responsable de plataformas«, defiende Elena Neira, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación.
La construcción y el mantenimiento de los «enormes» centros de datos donde se procesan todas nuestras transacciones digitales son las razones de este gran gasto de energía. «A escala global se estima que consumen la misma electricidad que un país de tamaño medio como España», afirman los investigadores. Desde el punto de vista individual, rechazan que se pueda hacer un cálculo exacto, ya que estos centros «dan servicio a incontables aplicaciones simultáneamente». Pero los expertos sí que pueden estimar que la visualización de contenidos multimedia, por generar «gran cantidad» de datos, es lo que más impacto energético tiene.
¿Qué contamina más?
Y, una vez más, depende de qué tipo de acción realicemos: una videollamada de Zoom, por ejemplo, comprime al máximo la información para optimizar la fluidez de las conversaciones, mientras que una película en HBO multiplica el volumen de datos para que la disfrutemos en alta definición. «En la práctica, ver el contenido en streaming o descargarlo no tiene mucha importancia, lo que importa es el tipo de contenido», argumentan.
Dentro de estas mismas aplicaciones hay decisiones que también influyen en la huella digital, como, en una videollamada, no activar la cámara para reducir el impacto en un 61% o escuchar música sin reproducir los vídeos. Es decir, utilizar Spotify en vez de YouTube si no nos interesa la imagen. En cuanto a los informes que comparan las distintas redes sociales o plataformas, estos concluyen que TikTok es la que más contaminación genera al basarse exclusivamente en ver vídeos y subirlos.
Apagar los dispositivos como apagamos la luz
Los aparatos también contribuyen a nuestra huella. Son más o menos eficientes energéticamente, pero, advierten los investigadores, también el número de horas que están encendidos. Así, ponen como ejemplo que un smartphone consume menos que un televisor de grandes dimensiones, pero el teléfono puede estar encendido las 24 horas del día y el televisor, no.
«Como nos enseñaron nuestros padres con las luces de la casa, apagar los dispositivos cuando no se usan debería ser una práctica habitual», proponen Vilajosana y Martínez. Al igual que en este caso, consideran que la pedagogía debe ser fundamental para ser conscientes del daño al planeta. También apuestan por la responsabilidad compartida con las empresas tecnológicas.
Ante la falta de actuación por parte de los internautas, estos expertos sugieren que sea la propia plataforma la que los desconecte: «Es como si la infraestructura de distribución de agua fuera capaz de detectar que no necesitas tener el grifo abierto y lo cerrara por ti».
Racionalizar el consumo digital
Además de apagar los dispositivos, hay otra recomendación para disminuir nuestra contaminación invisible, que pasa por «racionalizar» el consumo de contenidos en línea. Pero, tras el confinamiento, no parece que la ciudadanía vaya a abandonar las plataformas digitales para ver series o contenido en streaming. Un estudio cifra en un 26% el incremento del vídeo bajo demanda en España durante 2020, en coincidencia con la pandemia de coronavirus. Y las proyecciones lo mantienen en alza en los siguientes años.
Los investigadores de la UOC marcan como «necesarias» aplicaciones como la consulta de la cuenta bancaria personal y otras como «normales», como disfrutar de una película o una serie. Creen que pasan a ser «tóxicas» prácticas como el llamado binge-watching, que supone pasar varias horas viendo este tipo de contenidos en línea.
Sobre las plataformas que visitamos para trabajar y estudiar o durante el tiempo de ocio, recomiendan desconectarse cuando no se usan. Descargar el contenido al dispositivo si se va a consultar más de una vez, como el material didáctico de un curso.
Fuente: UOC.
©Nick Sirotich.