“¿Por qué cuando soplamos “fuuu” sale aire frío y cuando soplamos “haaa” sale aire caliente?”. Preguntado de ora manera, ¿Por qué el aire que expulsamos por la boca cambia de temperatura dependiendo del tamaño de la abertura de la boca? esto es una buena muestra de lo intrincadas que están la física, la fisiología y la vida cotidiana.
¿Somos capaces de calentar y/o enfriar a placer?. Aunque no lo parezca, así es. Si hace frío, usamos nuestro aliento para calentarnos las manos. El mismo aliento que usamos para enfriar una taza de café o una cucharada de sopa demasiado caliente. Es decir, podríamos pensar que tenemos la capacidad de producir aire caliente o frío a conveniencia. El problema, claro, es que eso no es exactamente así.
No es así porque antes de salir de nuestra boca el aire siempre tiene la misma temperatura: la de nuestro cuerpo. Aquí intervienen varios factores, lo que cambia es la forma en la que manejamos los flujos de aire y cómo la física más elemental interactúa con ellos.
Cuando soplamos aire, se producen muchos fenómenos físicos, de hecho. Uno especialmente relevante es, por ejemplo, el efecto Bernoulli. El mismo principio que mantiene a los aviones volando en el cielo. Lo que dedujo Daniel Bernoulli en 1738 es que a medida que aumentaba la velocidad de un flujo de aire, se reducía la presión en él. El chorro de aire se convierte en un “atractor” natural de todo el aire que está en la sala y, como normalmente estamos en salas más frías que nuestro cuerpo, el chorro tiende a enfriarse.
Precisamente por eso, no notamos el frío del chorro si pegamos nuestra mano a la boca mientras soplamos. Y, precisamente por eso, cuando hacemos “haaa” con la boca abierta (al no generar un chorro pequeño de aire, sino algo mucho más grande e indefinido) la masa tarda más en enfriarse.
Hay lugares donde esto no funciona, ahí intervienen más cosas, claro: como que la cantidad relativa de humedad en nuestros pulmones es mucho mayor que la del exterior. Cuando nos soplamos en la piel, esa humedad genera el fenómeno refrigerador del que tanto hablamos en verano. El sudor, recordémoslo, es nuestro principal sistema biológico de refrigeración. Todo esto es lo que provoca que, en un sauna (con altas temperaturas y una humedad del 100%), el fenómeno “fuuu/haaa” no se produzca: soplarte en la piel da calor.
La ciencia de lo cotidiano, aunque no lo veamos, está llena de principios, fenómenos y efectos físicos, químicos, fisiológicos y psicológicos que ordenan el día a día. Lo que ocurre es que, a menudo, no los vemos. Esa es una de las maravillas de la ciencia contemporánea… que nunca se cansa de alumbrar nuestra vida con nuevas perspectivas.