El universo está completamente inundado de una tenue forma de radiación electromagnética llamada Radiación de Fondo de Microondas o simplemente radiación cósmica de fondo. Su señal está en todas partes, pero a nadie hasta ahora se había puesto a traducirla al lenguaje universal de las máquinas: el binario.
La idea de intentar traducir la radiación de fondo de microondas se remonta a 2016, y proviene de dos astrónomos llamados Stephen Hsu y Anthony Zee. Su intención era realmente épica: Ambos científicos buscaban indicios en la naturaleza de algún tipo de diseño inteligente. En otras, palabras, buscaban la firma de Dios.
Existen numerosas hipótesis más o menos espirituales que aseguran que, de existir una inteligencia superior responsable de la creación de este universo, esta podría haber dejado su impronta en la naturaleza, como una especie de firma o de constancia de su participación. Hsu y Zee teorizaban que esa firma divina puede estar oculta en la estructura del ADN pero, que sepamos, el ADN es algo específico de la vida en nuestro planeta y puede que no exista como tal en otros mundos. Parece poco probable que Dios haya decidido dejar su rúbrica en solo un pequeño planeta perdido en las espirales exteriores de una galaxia no especialmente destacable.
¿Y si la firma de esa inteligencia estuviera en algo mucho más general y omnipresente? Los astrónomos no encontraron nada más omnipresente que la radiación de fondo de microondas, pero no llegaron a probar su teoría. Ha sido el astrónomo del Observatorio Sonnenberg Michael Hippke el que ha traducido su frecuencia a ceros y unos. Esto es lo que ha encontrado:
Si sabes binario probablemente ya hayas descubierto que el mensaje es un completo galimatías sin sentido. Si los astrónomos hubieran encontrado un mensaje del tipo Designed in California. Assembled in China, Dios estuvo aquí, o Gracias por jugar a la beta cerrada de Universe 2.0 probablemente el titular de la noticia hubiera sido otro.
Con todo, puede que el mensaje simplemente no esté en nuestro idioma, o que Hippke haya tomado un punto de partida erróneo. Al fin y al cabo el astrónomo alemán ha adjudicado un uno a las desviaciones positivas de la temperatura y un cero a las negativas. Podría ser al revés. Incluso podría tratarse de una variable completamente diferente.
El estudio de Hippke acaba de ser admitido a publicación y desde luego hará las delicias de los aficionados al cifrado o a descubrir mensajes ocultos. De momento el descubrimiento es que no hay descubrimiento, pero la idea sigue siendo fascinante.
Fuente: IFL Science