
Investigadores del Museo Memorial de Auschwitz, realizaron un cruel hallazgo, encontraron un viejo álbum de fotos nazi construido nada más y nada menos que con piel humana.
Esto fue encontrado en un mercado de antigüedades de Polonia, sin duda un obscuro recuerdo de la Segunda Guerra Mundial, dicho álbum fue construido con la piel de una víctima de un campo de concentración.
Caba aclarar que este hallazgo no fue cosa de suerte, ya que un comprador de reliquias que había adquirido el álbum (sin saber su origen), denunció que en la cubierta tenía un tatuaje, restos de cabello humano y un mal olor constante, por lo que lo entregó al Museo Memorial de Auschwitz.
Álbum nazi de piel humana

Después de que el controvertido álbum fuera devuelto al museo, los investigadores del lugar comenzaron el respectivo análisis de la pieza, donde analizaron la encuadernación y la portada de este. De acuerdo a las primeras conclusiones, los expertos creen que la piel puede provenir de un preso del campo de concentración de Buchenwald, ubicado en Alemania.
En palabras de los expertos quienes analizaron el álbum «sin duda esto es una prueba de un crimen contra la humanidad«. Si nos remontamos un poco atrás en el tiempo, el campo de concentración Buchenwald fue inaugurado en el año 1937, siendo el primero en ser habilitado en Alemania.
En aquel lugar se vivieron escenas terribles para la historia de la humanidad, como sus continuas ejecuciones, experimentos con los presos, condiciones inhumanas de todas las personas en su interior, sumado a las constantes violaciones que sufrían las mujeres por parte de los guardias nazis.

Una de las personas más icónicas recordadas en este lugar (por su crueldad) fue Ilse Koch, quien era apodada como la «Perra de Buchenwald«. Ella era la esposa de uno de los comandantes del campo, llamado Karl Otto Koch, quien fue el responsable de muchos asesinatos.
Esta persona (Koch), fue conocido además por un gusto bastante insólito, ya que luego de asesinar a los presos, utilizaba la piel humana para hacer sus lámparas, álbumes, libros entre otras cosas más. Sobrevivientes relatan que era su esposa, Ilse Koch, quien se encargaba en conjunto con el médico nazi Erich Wagner a recolectar la piel, para construir artículos los que luego se utilizaban para regalarlos.