El CEO de OpenAI que prefiere la IA al dinero
En el mundo de la tecnología, los sueldos millonarios de los CEOs son la norma. Pero Sam Altman, el cerebro detrás de OpenAI, la empresa responsable de ChatGPT y otras innovaciones en inteligencia artificial (IA), rompe con el molde. Mientras otros ejecutivos tecnológicos acumulan fortunas, Altman gana un salario anual de solo 76.000 dólares y, sorprendentemente, no posee ninguna acción de la compañía. ¿Su motivación? Simplemente, hacer el trabajo de sus sueños.
Un sueño de la infancia hecho realidad
Durante la Cumbre DealBook del New York Times, Altman reveló su historia, dejando a muchos boquiabiertos. Desde la fundación de OpenAI en 2015, su objetivo principal fue participar en la vanguardia de la investigación en IA, sin buscar enriquecimiento personal. Como él mismo expresó: «Este es el trabajo de mis sueños, de la infancia. Trabajar y sentarme en la habitación con los investigadores más inteligentes del mundo e ir a esta loca aventura, eso es lo que siempre quise hacer«.
Un salario modesto en un mundo de multimillonarios
Su salario de 76.000 dólares anuales lo sitúa en un nivel muy inferior al de otros CEOs de empresas tecnológicas. Para ponerlo en perspectiva, es apenas un poco más que el sueldo de un ministro en algunos países. Esta decisión contrasta radicalmente con el salario multimillonario de ejecutivos como Tim Cook de Apple, que supera los 60 millones de dólares anuales (fuente).
OpenAI: Una empresa con un enfoque diferente
OpenAI, inicialmente una organización sin ánimo de lucro (con una rama con fines de lucro dirigida por Altman), refleja la filosofía de su CEO. El rechazo de Altman a poseer acciones de la compañía se debe a su deseo de mantener una junta directiva totalmente desinteresada, priorizando la investigación y el desarrollo de la IA sobre las ganancias financieras. La valoración de OpenAI en 157.000 millones de dólares hace que una participación del 1% represente 1.570 millones de dólares. Sin embargo, para Altman, el dinero parece ser secundario.
Un arrepentimiento a posteriori
A pesar de su apasionada dedicación, Altman admite un ligero arrepentimiento. La falta de participación accionarial en OpenAI generó dudas entre los inversores, lo que le hizo cuestionarse su decisión. En sus propias palabras: «Si pudiera volver atrás en el tiempo, habría tomado [capital], solo un poco, solo para nunca tener que responder a esta pregunta«.
Conclusión: Una lección de pasión y visión
La historia de Sam Altman nos muestra que el éxito no siempre se mide en cifras económicas. Su enfoque en la pasión por la IA, su compromiso con un objetivo mayor, y su decisión de priorizar la investigación sobre el beneficio personal, lo convierten en una figura inspiradora en el mundo tecnológico. Su decisión, aunque cuestionada, destaca la importancia de la visión a largo plazo y el impacto social que puede tener una empresa tecnológica.
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Fuente original: El CEO de OpenAI, Sam Altman, gana 76.000 dólares al año y no posee ninguna acción de la empresa: «Es el trabajo soñado en mi infancia»
