El Sunway TaihuLight de China es por ahora el superordenador más rápido del mundo, superando al Tianhe-2 que tenía ese título en las últimas seis clasificaciones. Con esto China supera por mucho a Estados Unidos, al igual que incluye un mayor número de sistemas en la lista.
La última clasificación proviene de Top500, el cual crea una lista con los superordenadores más potentes dos veces al año. Según su informe, el Sunway TaihuLight tiene una capacidad de procesamiento de 93 petaflops. Un petaflop equivale a mil billones de cálculos por segundo; en otras palabras, es increíblemente rápido.
No está basado en una arquitectura existente. Ellos construyeron todo desde cero. Este es un sistema que tiene procesadores chinos, dijo Jack Dongarra, científico informático de la Universidad de Tennessee y uno de los creadores de la lista. Este procesador está diseñado por el Shanghai High Performance IC Design Center, señala Bloomberg.
El Tianhe-2 ahora está en segundo lugar, ya que procesa a 33,85 petaflops. A diferencia del Sunway TaihuLight, el antiguo rey funciona con chips de Intel. En esta última supercomputadora no se usaron procesadores Intel ya que no se permitió la exportación de los mismos, bajo el supuesto de que los anteriores se utilizaron para simulaciones nucleares.
Mientras que la prohibición de la exportación se llevó a cabo, China tenía un as bajo la manga, siendo el TaihuLight el resultado final. Con base en el Centro Nacional de Supercomputación en Wuxi, se dice que el TaihuLight podría tener un rendimiento máximo de 124,5 petaflops, convirtiéndose en la primera supercomputadora en alcanzar más de 100 petaflops.
Estados Unidos parece estar quedando atrás, ya que Titán, el principal sistema de EE.UU. ubicado en el Departamento de Laboratorio Nacional de Energía de Oak Ridge, ahora se encuentra en el tercer lugar con 17.59 petaflops. Sin embargo, anticipan la llegada de tres nuevas máquinas en 2018, entre ellas el Summit, un superordenador con 200 petaflops de procesamiento.
El ascenso de Sunway TaihuLight es algo de lo que Intel debe preocuparse. El analista Steve Conway dijo: «Los chinos se dieron cuenta que necesitaban un procesador propio. La prohibición aceleró el proceso y aumentó su determinación«.