La muerte de Einstein significó el inicio de un extraño periplo para una de las partes más preciadas de su anatomía: su cerebro.
«Cuando escuché por primera vez la historia del cerebro de Albert Einstein pensé que era una leyenda urbana, pues era demasiado rara para ser cierta», recuerda en conversación con la BBC Michael Paternini, autor de «Paseando con Mr. Albert: un viaje a través de EE.UU. con el cerebro de Einstein».
Cuando Albert Einstein murió, fue cremado, pero no fue cremado del todo. Thomas Harvey, el encargado de realizar la autopsia, en el momento de intervenirlo, le extirpo el cerebro, quedándose con el cerebro de este gran científico, humanista y escritor alemán.
La verdad de todo esto, es que, Harvey le extirpo dicho órgano sin el consentimiento de la familia (si lo decimos en otras palabras, diremos literalmente que se lo robo), lo guardó en un gran frasco de cristal para posteriormente llevárselo a a casa. Conforme fueron pasando los años, después de la muerte de Albert Einstein y de poco en poco, Harvey se dedicó a enviar muestras de este órgano único a casi dos decenas de neurocientíficos e investigadores de ese entonces (lógicamente que a los mejores de aquella época), aunque posteriormente se supo que no se tuvieron resultados realmente concretos, o con validez científica total, de toso estos análisis y estudios se publicaron solo 6 artículos.
Hasta hace poco se revelaron algunos secretos del cerebro, los más importantes fueron:
- El cerebro de Einstein pesaba 1230 gramos, lo que lo convierte en un cerebro más pequeño que el promedio (1400 gramos).
- En su córtex prefrontal, el cual alberga aptitudes de concentración, planificación y perseverancia, se encontró que estaba excepcionalmente desarrollado.
- En algunas partes del cerebro tenía una densidad anormalmente alta de neuronas y células gliales (que dan soporte a las neuronas).
- Sus lóbulos parietales eran anormales. Dichos lóbulos se encargan del pensamiento simbólico, aptitudes lingüísticas, razonamiento matemático y la orientación espacial.
- El cuerpo calloso del cerebro de Einstein era más grueso de lo habitual, esto facilitaba la comunicación entre los hemisferios cerebrales.
- El hecho de estudiar un solo cerebro para comprender la genialidad del ser humano es, científicamente, nulo en cuanto a resultados, pues lo mejor es estudiar varios cerebros de genios, compararlos y ahora sí, publicar buenos resultados.

La fisura que hace la diferencia
La parte del cerebro de Einstein asociada al razonamiento visual y espacial era 15% más grande de lo normal. Otra característica importante es que le faltaba una fisura presente en el cerebro normal.
La mayoría de las personas tenemos tres giros prefrontales, mientras que Einstein tenía cuatro al contar con uno extra en su lóbulo frontal medio.
Los giros son las elevaciones de la superficie del cerebro que se producen al plegarse la corteza. Están separadas por surcos.
“Tiene muchas otras cosas (distintas). Todos sus lóbulos del cerebro son distintos a la anatomía normal”.Lepore y Falk publicaron sus investigaciones en la revista Brain.
Sandra Witelson, de la Universidad de McMaster (Canadá), había examinado la anatomía de la corteza cerebral de Einstein en 1999 y, según Falk, fue ella quien divulgó la idea de que Einstein fue un “genio parietal”